"Créame que existe en las mujeres un sexto sentido de adivinación, para saber cuándo se acerca a ellas el hombre verdaderamente digno de su cariño y de su respeto. Hay un latir apresurado del pecho, se experimentan sorpresa, angustia deliciosa, una zozobra rara, que parecen decirnos: “Ese que se acerca es el elegido de tu corazón; ése, quien te hará feliz por todos los días de la vida, y sin el cual sentirás el vacío eterno; con él puedes pasar pobrezas, enfermedades, soledades, amarguras, y, sin embargo, la vida será color de rosa. Su voz, su andar, su figura, te parecerán únicos; es el hombre. Y cuando se aleje quedarán vibrando sus palabras en tu oído, y hasta recordarás el acento con que te dijo tal o cual frase de esas que sólo él sabe decir. Bastará una sola de sus miradas, cargadas de fluido magnético y de poder misterioso, para que la voluntad se doblegue, vencida, ante la dulzura irresistible de la súplica”.
Orrego, Luis. Casa grande.
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